Imagen. Lambayequeactual.com
Composición: Jair Emeterio.
UNO de los aspectos que hace a una nación es la cohesión entre sus miembros. Más allá de esta obviedad, creo que es necesario reafirmarla sí o sí. Perú, en sus múltiples fracturas sociales, económicas, políticas e históricas, ya no puede darse el lujo de seguir tal cual. Eso, a menos que queramos parir un Sendero Luminoso siglo XXI... Alto, ¿que acaso no es así ahora mismo?
I. Social
Comencemos diciendo que Perú tiene fracturas que no sanarán de súbito. Esto es un proceso de décadas, si es que no de siglos, para que se consolide. La sociedad, quieran verlo o no, tiene clases escindidas por aquello que somos, en un sentido de lo vivido: el apellido, el origen, nuestras casas de estudio -colegio y universidad-, algo que no debería ser porque, en teoría, somos iguales.
-Ya, dejad de reírse, fue un buen chascarrillo-.
Si no les parece lo que digo, pregúntense si tiene más valor el apellido extranjero, un colegio con más fama que otro, nuestro lugar de origen. Sobre lo primero, lo políticamente correcto hará que la primera cosa dicha sea "no, si me importa más un apellido autóctono". Sure. Siguiente, los colegios se ganan a buen pulso una fama de exitosos, en el caso que lo sean. Pero el colegio, aunque te venda esa imagen, no garantiza que el alumno sea tan destacado como te lo venden. De perogrullo, caso contrario busquen el cuento del asno que se comió el libro y creyó ser sabio. Y tercero, acerca de nuestro lugar de origen puedo atreverme a considerar que un apellido marcadamente foráneo atrae más que un apellido de alguna comunidad cercana. Si dicen: vengo de Xlandia, en muchos casos quedaremos fascinados por "el foráneo". Cosa de idiosincrasia peruana. Pero pueda ser que también valore, por la añoranza, personas que vengan de un mismo barrio o ciudad, y sobre todo si es que ambos estén fuera.
II. Económicas
Entre las fracturas económicas tenemos aquellos surcos -no quiero decir brecha... oh, lo dije- que nos separan entre todos debido al dinero. Las comunidades limitan un espacio geográfico donde se genera dinero e interacción social. Véase Miraflores, Puente Piedra, Los Olivos. Como nichos. Quienes se mueven en estos entornos generan un tipo de interacción que varía en distintos distritos -el comercio "ambulatorio" en esos distritos es distinto-. El estancamiento o progreso de aquellos lugares influye en la gente, que si bien no se quedan allí para trabajar, el dinero es invertido allí. Esto podría mantener o acelerar el avance de estos distritos.
Pero en muchos casos, los distritos se quedan en guetos -que existan sectores más o menos míseros dentro de un distrito es todavía más desconcertante-. Y el asunto en la ciudad y el campo es abismal.
III. Política-histórica
Si política es el arte de buen gobernar, tengan por seguro que habremos tenido, a lo mucho, diez años de políticos en toda la historia republicana. Con suerte. Y sin datos numéricos. Lo demás ha sido una dictadura de cleptócratas. Aprovecharse del estado como botín, llenarlos de círculos de amigos, corromperlo desde raíz, permitiendo que la gente desconozca lo que debe recibir y merece, abusando de las leyes, es un antónimo a política. Las divisiones entre bandos políticos ha sido una historia no tan cruenta como en otros países -Colombia y Venezuela-, donde la violencia entre la izquierda y la derecha -o liberales y conservadores- ha sido tangible.
Nuestra tragedia comenzó cuando todos los caudillos quisieron ser presidentes. Apenas teniendo un enemigo en común -España, cuando intentó retomar Sudamérica por las malas- tuvimos que unir gato, perro y pericote -Chile, Perú entre otras naciones- para salvarnos entre todos. Me imagino que por aquellas fechas el amor a lo pasado -el coloniaje hispano, por supuesto- estaba tan presente como nunca, y dentro de nuestra sociedad habremos tenido quintocolumnistas. Léase, traidores.
Retornando un poco antes, en la Confederación Perú-Bolivia Chile y Argentina nos asaltaron para escindirnos. Y quizá -no tengo número a la mano, ni datos- hubiéramos respondido "Ni se les ocurra" de no ser porque había personajes peruanos en contra de esta unión por... motivos raciales. Mucho "indio" en Bolivia, decían en aquellos tiempos. En la Guerra contra Chile, el asunto es parecido. Cáceres sobrevivió como fuere, sin la ayuda de compatriotas. Peruanos filo-chilenos ahondaron nuestra situación crítica. Un Echenique por allí -que gobernó antes de-, un Iglesias por allá, un Prado -hasta ahora esperamos los pertrechos-... Perdimos ya que, si bien no estábamos tan preparados tecnológicamente, la división nos hizo trizas.
Con el terror izquierdoso importado desde Estados Unidos, Mariátegui y Haya -bueno, en realidad este último porque José Carlos no vivió mucho para ser objeto de miedo- eran los patitos feos. Y varias veces el Partido Aprista Peruano ganó las elecciones y se las arrancaron de las manos gracias a "militares fervorosos de la patria". Tras el viro a la derecha, parte del PAP se escinde y se funda el MIR, y gana Ollanta Humala en 1963... digo, Belaúnde.
-Dato: Belaúnde candidato se hacía llamar nacionalista, y juega con la derecha tras su elección ¿No les recuerda a alguien?-.
Tras la revolución cubana, Estados Unidos toma nota de que tiranos no pagan para evitar la "infección" del comunismo, y menos si los pobladores viven miserablemente. Por eso maquinan la Reforma Agraria para aplicarla a toda Latinoamérica para contentar a sus pobladores. En ese momento, terratenientes poseían extensiones en plantaciones. Eran virtualmente señores feudales. Mini reyes en una localidad determinada. Pero a los dirigentes no les hizo mucha gracia tener que repartir el espacio. USA quería campesinos tipo billhillies, pero ellos querían "pongos". Y si bien cada situación en cada plantación es historia distinta -de familia sé que mi abuelo siempre trató bien a los trabajadores-, para nuestra """"suerte"""" (por si cuatro comillas no bastase) llegó Velasco, que llegaba de darle tas-tas en 1965 a los terroristas del MIR, y da un golpe.
-Ojo-pestaña y ceja, la versión de Reforma Agraria velasquista con norteamericana son distintas. La versión "chola" va de raíz-.
Manifestaciones en una universidad ayacuchana incuban el futuro pensamiento de Abi, líder de nuestra peor pesadilla con rótulo paradójico: Sendero Luminoso -que de luminoso apenas lo soportaba el nombre-. Sin la esclavitud de abusivos terratenientes, Abimael llegó a una serranía sin muchos pobladores -que si pillaba a los descontentos antes de Velasco, quizá el asunto hubiera sido más umbrío- e incluso así mantiene el plan que devasta nuestra nación. Aunque, según las aparentes intenciones -cuya realidad parecía distanciarse con lo planteado-, ellos querían la igualdad.
Y esto es importantísimo. Alguien quiere igualdad cuando no la hay. Esto lo dejaremos para otro momento.
Tras el regreso de Belaunde, la separación ideológica de la nación se vuelve virulenta. La izquierda termina hipotecándose a Alan García, pero es peor su indecisión frente a los actos de SL debido a que su planteamiento era tan romántico, como las acciones que realizaban en aquel momento ¿Por qué esto último? Porque la izquierda se metió de aventurero guerrillero en una época de verdad hostil para la misma izquierda. ¿Qué fue, si no, el Plan Cóndor en Argentina, Chile, y otras naciones sudamericanas? A la caza de Pinochet y el triunvirato de militares gauchos, ser de izquierda era o un militante neuronal o uno con conocimientos en combate.
La hipoteca en favor de Alan y la indecisión de la izquierda los hizo polvo. Y hasta ahora.
Con Fujimori, el asunto era de menos ideología. Ya no importaba el color del gato, pero eso nos demostró que si bien eso era lo de menos, lo importante era que no estuviera en complicidad con las ratas. Desvalijados, perdimos. Pero teníamos otra separación. Proterrucos contra patriotas. Quienes cuestionaban las manera fujimoristas eran los malvados, los crueles, los insensibles ante el sacrificio de militares, por no decir defensor de terroristas -aunque la víctima sea un poblador sin ton ni son-. Cabe destacar que la mayor cantidad de muertos se dio con las políticas de hace 10 años antes de 1993. Nos volvimos a separar como nunca.
La prostitución de militares... digo, el acta de sujeción de generales, remarcando la fidelidad a Alberto Fujimori, era la cereza a tanta época cruel. Pero si nos pareció bueno librarnos de Fujimori, otro debate académico social fue la negación a lo vivido, hacer de permisible los abusos de Fujimori, o peor que justificarlo fue invisibilizarlo y desprestigiar cualquier intento de revisar la historia "oficial" -escrita a mano en los 90-. Hablo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, plausible de tener fallas, pero útil de igual manera para entender qué pasó. Medios como Expreso saltaron porque los creadores de este informe volvían mierda todo lo dicho por ellos durante el decenio hediondo.
Años después, con la teoría fallida del chorreo, el crecimiento de grupos ambientalistas filo-izquierdistas, la creación de economía va sin compás por malos manejos al momento de crear un contrato beneficioso para ambas partes -la realidad dice que cuando los corruptos se meten en esos trámites, el Estado pierde y la empresa gana, y corruptos o corrompibles pululan en la función pública-. Por ejemplo, empresas mineras. Esta fricción económico-social ha creado discursos para los medios de acuerdo a sus intereses o en lo que crean. Ellos simplifican un mundo para crear consensos y salir a defender/atacar lo que ellos quieren.
Ahora tenemos un hijo llamado Movadef. Más allá de que si quieren una amnistía general para Fujimori y Abimael Guzmán, parece ser que tiene entre sus filas a un cúmulo de personas que han olvidado quién es quién en nuestra vida. Bien, ellos tienen el derecho de pedir la liberación de ambos apelando a la reconciliación nacional. Si les asquea eso, que quede claro que eso HA SUCEDIDO en Latinoamérica. Lula da Silva ha sido terrorista. Rousseff también. Mujica también. Y tuvieron que amnistiarlos para crear "reconciliación" en ambas naciones. ¿Puede de verdad pedirse eso en Perú? Es una misión casi imposible, porque implica pedir perdón en ambos bandos.
-BASTA DE RISAS, por favor-.
...
Perú, siglo XXI, no tiene la cohesión política para respetar un plan que trascienda de los partidos políticos -o aventureros de turno- para poder desarrollarnos. Carece de personas preparadas en masa que puedan trabajar en la función pública y gestionarnos. No tenemos la voluntad para que nuestros políticos nos respeten y se respeten frente a injerencias extranjeras. Y es histórico-político.
Perú, siglo XXI, no tiene un plan educativo que haya sobrevivido más de 10 años. No quita empresas privadas que fungen como fábricas de malos profesionales. No da los lineamientos para lo que el país necesite de aquí a 10, 20 y 30 años. No tiene un plan maestro para crear ciencia. Y económicamente estamos en un boom de chiripa. Porque el día en que se nos acaben los recursos, ese día volveremos a ser los patitos feos.
Perú, siglo XXI, tiene una ciudadanía -incluyéndome- con motas de anomia e irrespeto a las normas cívicas e incluso legales. En el bienestar personal se olvidan del otro y eso nos parte a trozos. Sin colaborar entre nosotros ¿Por qué un presidente, un alcalde o un consejal tendría que hacerlo?
Sendero volverá, quieran o no. Con otro nombre, otra fachada, o en algún tiempo lejano, y demasiado probable que sin sus dirigentes. El asunto para evitar eso es justamente buscar una identidad -dentro de nuestro crisol genético- que nos cohesione, aceptando lo vivido y resarcir lo herido, buscando el bienestar social sobre el personal y con política de verdad. Sin desigualdad, el leit-motiv senderista se desintegra.
Y así progresamos.